Las características del período que vivíamos nos señalaron la importancia de rescatar el lugar que tiene la vida de los sectores populares en el quehacer histórico, de manera de destacar su rol como actores sociales en los procesos de desarrollo. La opción de tomar la vida cotidiana como punto de partida en nuestro trabajo, responde al objetivo de rescatar los procesos en una dimensión más integral, que permita introducirnos en la complejidad que ellos encierran a fin de visualizar el futuro con una perspectiva más sólida.
En el año 1991, las integrantes de las Ollas Comunes nos plantearon que “éstas significaban un hito en sus vidas, porque representaban uno de los dolores más fuertes que habían tenido. Y al mismo tiempo constituían una de las grandes alegrías vividas, puesto que a través de la organización, a ellas se les había abierto como una ventana a un mundo nuevo.” Por eso la señora Carmen de la Olla Luz Divina nos dijo:”sería muy importante hacer la historia de las Ollas, porque es demasiado triste que esta experiencia tan importante, que marcó la vida de nosotras, pase al olvido”.
Fue así como trabajamos con 9 Ollas Comunes de la Zona Sur de Santiago. Al hacerlo vivimos una experiencia que para nosotras fue, quizás tan remecedora como la que vivieron las pobladoras. Porque al recuperar la historia, unas veces en forma individual y otras grupal, las mujeres fueron reviviendo sus propias historias…
Los procesos narrados, dan cuenta del significado que tiene el espacio en la vida cotidiana de la gente, de las formas que utiliza el pueblo para construir su conocimiento, de las dificultades que él sufre para defender su cultura y su ideología, del lugar que ocupa el trabajo en la vida de los sectores populares, del rol que juega la familia y de la relación que existe entre esta y la comunidad. En síntesis, de los rasgos que van perfilando la Identidad Cultural de los pobladores. Todo eso quedó registrado en el libro Amasando el pan y la vida que fue publicado en 1995.
En el año 1992 el trabajo con las artesanas de Quinchamalí había tomado una dinámica muy interesante y nos pareció que era importante registrar esa forma de vida que recordaba la comunidad. Fue así como la incentivamos a recopilar su historia, reviviendo el pasado y comparándolo de manera dialéctica con el presente. Este mundo que describen de manera tan viva los campesinos, nos lleva a descubrir raíces nuestras que permanecían desconocidas y nos permite analizar la forma en que la modernidad va entrando en él. Todo esto nos aporta nuevos criterios para estimular y motivar a la comunidad en el rescate y desarrollo de su Identidad. Esta historia fue publicada con el nombre: Quinchamalí: cultura urdida entre gredas, arados y cerezas en 1995.
Poco después del 19 de junio de 1992 se nos ofreció una nueva oportunidad, cuando los dirigentes del Campamento Esperanza Andina nos pidieron registrar la historia de la “toma” que acababan de llevar a cabo. Ellos quisieron proyectar la experiencia que estaban viviendo, junto a 937 familias de la Intercomunal de Allegados, con el fin de transformarla en un punto de referencia para los miles de “allegados” que en Chile luchan por un espacio digno donde vivir.
Esta forma inédita de “hacer historia al momento de vivirla” nos dio acceso al conocimiento de: la construcción de un nuevo tipo de estrategias políticas, a la aparición de gérmenes de una nueva cultura, a la generación de conocimientos elaborados colectivamente, a la creación de un sistema democrático que se da sus propias normas, en el contexto de precariedad, incertidumbre y enormes dificultades en que los sectores populares construyen sus vidas. Esta experiencia fue publicada con el nombre de Campamento la Esperanza: por el derecho a soñar.
La metodología de trabajo que hemos ido construyendo en éstos años se orienta a abrir un espacio para que los protagonistas del movimiento social sean los autores directos de estas historias. De manera que podamos acceder, sin intermediarios, a conocer su pensamiento y las lógicas que operan en ellos, los valores y comportamientos que sustentan su accionar, el nivel que alcanzan sus formas de relación e interacciones.
Consideramos que estos tres grupos, con características tan distintas y a la vez tan complementarias, nos dan una visión global del mundo popular. La comunidad campesina y de artesanas nos introducen en un sistema de vida más cohesionado internamente, que tiene rasgos propios que se expresan en la forma de organizar su cotidianeidad. Sin embargo los cambios ocurridos en la sociedad, la impactan con diversas intensidades y a pesar de que ella se resiste, no logra impedir que su cohesión se debilite. El desafío para nosotros, consiste en detectar los rasgos propios que permanecen vivos a fin de estimular a la comunidad para que los refuerce y asuma un rol más activo en la construcción de su futuro.
La historia de las Ollas Comunes nos sitúa entre pobladores que vienen de comunidades como las antes descritas, pero en la actualidad están en el nivel más bajo de la población. A pesar de ello se organizan y construyen espacios que les permiten ir enfrentando progresivamente sus problemas. Ellas representan, como dice Gabriel Salazar en su prólogo, instrumentos que se han ido dando los sectores populares chilenos, a lo largo de su historia. Superando el objetivo inmediato de palear el hambre, las Ollas se constituyen en espacios de encuentro y organización, intercambio de información y en síntesis, de construcción de Identidad.
La historia del Campamento Esperanza Andina, por su parte, nos permite conocer a un grupo con características diferentes a los anteriores. Aquí, se trata de un equipo formado por dirigentes de larga trayectoria político-social y por los integrantes de “Comités de Allegados” que representan en su mayoría, a familias jóvenes que se organizan por primera vez.
El objetivo que los reúne, a diferencia de los otros grupos, es conquistar en los hechos un derecho que les ha sido arrebatado. El conocimiento de la forma en que esta experiencia es vivida por los dirigentes, mujeres, hombres, jóvenes, niños es de una gran riqueza pues nos permite analizar más globalmente la interacción de los distintos elementos en juego: capacidad organizativa, formación política, estados afectivos, emocionales y físicos.
Con este trabajo quisimos hacer un aporte al conocimiento de nuestra Identidad, como un estímulo para que sigamos investigando y construyendo elementos teóricos que respondan a las necesidades concretas del Movimiento Social…
Se terminó la historia de las 20 comunidades que conforman la comuna de Cobquecura que se destaca por la variedad de oficios de sus habitantes: Pescadores, agricultores, trabajadores forestales etc. y por la riqueza de sus tradiciones culturales.
Hemos recogido un material muy valioso que rescata la vida de esta gente en tres períodos importantes de su historia: la situación de abandono que vivieron en las tres primeras partes del siglo pasado, la constitución y desarrollo de las comunidades y los efectos del advenimiento del nuevo modelo con la invasión de las forestales, las pesqueras… y los intentos realizados para revertir esta situación.
También realizamos una nueva sistematización con los pobladores del Campamento Esperanza Andina, esta vez acerca de las estrategias y métodos implementados en su experiencia de 8 años, donde por primera vez un grupo de 900 familias accede a tener una vivienda digna, construye una forma de vida comunitaria y una organización que se ha mostrado profundamente operativa y desde todo esto emerge una cultura que poco a poco va expresando su identidad. Todo esto ha sido contado en el libro Una noche, un pensamiento, una toma. Una población libertaria, editado en Julio del 2000.
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Las historias que aparecen en este libro son como un baño de humanidad y ternura que nos lleva a reencontrarnos con nosotros mismos. Con momentos de nuestra niñez, con historias que hemos vivido o escuchado de labios de alguna tía o de nuestras mismas abuelas.
En ellas uno descubre al hombre y la mujer toda entera, que piensa, que siente, que ama, que guarda valores a veces tan olvidados en nuestra sociedad. También nos encontramos con la enorme fuerza que emerge de una comunidad al enfrentar sus problemas, al satisfacer sus necesidades. Y con la creatividad infinita con que supera los mil obstáculos que surgen en medio de condiciones tan adversas como las que le toca vivir.
Las historias que aquí aparecen nos introducen además, en el trabajo de campesinos que hoy día descubriendo sus valores, se lanzan en la defensa de su cultura. “Estamos tratando de recuperar tradiciones y cosas antiguas. Yo pienso que antes la gente se autoeducaba, en el sentido de ir desarrollando su creatividad, su capacidad crítica, de observación, porque con las adivinanzas, las payas, las logas se va desarrollando el intelecto de la gente” observa Carmen Muñoz Directora de la Escuela G – 1147 de Pullay.