En 1985 propusimos a las socias del Taller de Lavandería que trabajáramos en conjunto la capacitación que nos pedían, es decir que realizáramos una sistematización de la experiencia vivida por ellas durante 10 años. De ese modo, el aprendizaje del grupo serviría, además, como un aporte para el resto de las organizaciones del sector.
Por su heterogeneidad y experiencia, las integrantes del Taller de Lavandería estaban capacitadas para asumir un trabajo de investigación. Además, conocían la realidad del sector y los códigos del lenguaje local, lo que era muy favorable para recoger la información y también para interpretarla. La articulación de todos estos conocimientos constituían la base para generar un nuevo SABER, construído a partir de un trabajo colectivo.
La experiencia realizada con el Taller de Lavandería nos permitió rescatar la investigación como herramienta operativa en el trabajo con los sectores populares. El tema que investigamos fue “Los efectos producidos por la dominación cultural en la vida cotidiana de la población”.
El trabajo realizado creó un espacio para que las integrantes del Taller de Lavandería desarrollaran sus capacidades potenciales y profundizaran el proceso de autoeducación que estaban viviendo. En Enero de 1986 el libro Así aprendemos entregó el relato de esta investigación. Como era habitual, se hizo un acto de lanzamiento en la Capilla del Espíritu Santo (Lo Hermida), donde participaron los pobladores y los dirigentes de las organizaciones de la Zona.
Al cabo de un tiempo, la reflexión desarrollada en el Taller nos mostró que el concepto de organización que se manejaba habitualmente era muy limitado, en relación al dinamismo y proyecciones que esta tiene en los sectores populares. Además, percibimos el miedo que sentían las integrantes del Taller para aceptar su condición de dirigentes, aún cuando reconocieran que asumían ese rol en su vida cotidiana.
Esta situación nos motivó para elaborar una publicación que contara la historia vivida por cada una de las cinco integrantes del Taller, mostrando por una parte, los efectos que había tenido en ellas la organización y por otra, el proceso que las había llevado a ser reconocidas como dirigentes. El trabajo fue muy enriquecedor para todos los que participábamos en él, porque compartimos el desafío que vivieron las protagonistas al enfrentarse, por primera vez, con su propia historia y transformarla en un instrumento formativo.
En este caso los testimonios fueron el “medio” utilizado para entregar de un modo más integral, los conocimientos sobre la organización, el rol de los dirigentes, el movimiento popular… La sistematización de las experiencias nos permitió descubrir algunas situaciones vividas por los sectores populares, que se reproducían en distintos puntos del país. Además, hicimos una reflexión comparativa entre la vida de antes y después del golpe, lo que clarificó nuestro punto de vista respecto a la organización y al rol que les cabía en ese momento a los dirigentes. Por eso incorporamos en el trabajo, la historia colectiva vivida por algunas organizaciones sociales de la zona Oriente después del golpe.
Finalmente también introdujimos algunos elementos teóricos complementarios, como parte de nuestra voluntad de articular las formas de conocimiento concretas e integrales que nacen de la experiencia, con aquellas que son abstractas y que tienen un origen teórico, señalando el valor y dimensión específica que ambas le dan al tema. Este proceso educativo dio origen al libro La organización fue como nacer de nuevo publicada en septiembre de 1986.
Ese mismo año, el Taller de Dirigentes inició una nueva etapa orientada a socializar lo que habíamos aprendido. Organizamos una Escuela de Verano invitando a distintos dirigentes de la población y en él se abordaron tres grandes temas: Historia del Movimiento Popular; análisis del Conflicto Social a partir de la Realidad de la Población y ubicación de las Organizaciones Sociales en relación al Movimiento popular y al Estado.
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Las historias que aparecen en este libro son como un baño de humanidad y ternura que nos lleva a reencontrarnos con nosotros mismos. Con momentos de nuestra niñez, con historias que hemos vivido o escuchado de labios de alguna tía o de nuestras mismas abuelas.
En ellas uno descubre al hombre y la mujer toda entera, que piensa, que siente, que ama, que guarda valores a veces tan olvidados en nuestra sociedad. También nos encontramos con la enorme fuerza que emerge de una comunidad al enfrentar sus problemas, al satisfacer sus necesidades. Y con la creatividad infinita con que supera los mil obstáculos que surgen en medio de condiciones tan adversas como las que le toca vivir.
Las historias que aquí aparecen nos introducen además, en el trabajo de campesinos que hoy día descubriendo sus valores, se lanzan en la defensa de su cultura. “Estamos tratando de recuperar tradiciones y cosas antiguas. Yo pienso que antes la gente se autoeducaba, en el sentido de ir desarrollando su creatividad, su capacidad crítica, de observación, porque con las adivinanzas, las payas, las logas se va desarrollando el intelecto de la gente” observa Carmen Muñoz Directora de la Escuela G – 1147 de Pullay.