El año 1996, en el Campamento Esperanza Andina de Peñalolén, retomamos el teatro comunitario como vehículo de expresión de la experiencia de lucha, organización, crecimiento personal y colectivo de los pobladores. Juntos creamos el Taller de Teatro de la Casa Popular de la Mujer de Peñalolén.
Entre todos buscamos:
-Registro de su historia fortalecer su organización a través del reciente.
-Profundizar el proceso de Identidad personal.
desarrollar, a través del arte, un proceso de aprendizaje individual y colectivo desde su lucha y organización.
-Aportar al crecimiento personal de cada una de las integrantes del taller.
Para el cuarto aniversario del Campamento, ese mismo año, presentamos la obra de creación colectiva Una toma, una esperanza. Fue una jornada importante y significativa para el Taller, así como para los pobladores que asistieron masivamente para ver, escuchar y sentir su propia historia, en una obra de teatro que produjo emoción, alegrías y recuerdos, “…volvimos a vivir cada momento…” comentaron.
Esta obra también se presentó en la Feria de la Diversidad de la Estación Mapocho y en la población El Castillo de La Pintana, lográndose una conexión con el público que daba cuenta de la identidad común de pobladores y pobladoras. “El Teatro es una forma de decir lo nuestro, una forma de aprender, no con discursos sino que mostrando el saber”…
Durante el año 1997 nos propusimos contar la historia desde cada integrante del Taller y para ello realizamos la obra Sueños de Mujer, en donde ellas mismas nos hablaron de sus historias de vida, de su cotidianeidad, de su organización, de sus sueños. Esta obra fue estrenada en el Campamento, muchos pobladores y pobladoras se emocionaron hasta las lágrimas al sentirse identificados y también cuestionados.
Por iniciativa del mismo Taller, preparamos una obra dirigida a los niños en pos de un proceso de formación de identidad, pues la comunidad ve en ellos la continuidad de la organización comunitaria que han creado.
Simultáneamente trabajamos con un grupo jóvenes del campamento Esperanza Andina, que además de su capacitación en teatro comunitario, fueron capaces de integrar la capacidad de percibir, valorar y proyectar en una obra de creación colectiva la riqueza del proceso de lucha que dio origen a su campamento Esperanza Andina, a la visión que como jóvenes tienen del proceso de toma de terrenos y consolidación del campamento que han vivido en el transcurso de ser niños a jóvenes junto a sus padres.
Un desafío importante fue para nuestro equipo, el Taller de teatro de la casa popular de la Mujer y Antu producciones, llevar al lenguaje audiovisual la obra Sueños de Mujer. Obra que ganó el Primer premio de Video comunitario en VISOL 2001, que en opinión del jurado es una: “Cuidadosa puesta en escena…, es un aporte a la reflexión sobre el tema e identidad de la mujer pobladora, es motivadora…, mantiene la atención…, actuación realista, muy buen trabajo de guión”.
En esta misma línea de trabajo, nos proponemos producir tres Videos Film. Capacitando a un grupo de jóvenes en vídeo comunitario. Producto de este proceso es el primer video-film que se encuentran realizando cuyo título es El Servidor Público. Este video, muestra las “dos caras de la moneda” del servicio público: por un lado el político, que ofrece soluciones y no cumple y que se acuerda de la gente sólo en época de elecciones. Y por el otro, el organizador social que de manera anónima y muchas veces sin remuneración, trabaja por el progreso de su comunidad y el cambio social.
Como organizadores sociales, se eligieron cuatro personajes: Poblador que hace deporte con niños para prevenir la drogadicción y delincuencia. Joven músico que hace taller de guitarra en su barrio aún teniendo serios problemas económicos. Pobladora que organiza a sus vecinos para distintas causas. Tía de jardín infantil comunitario que participa en un taller de teatro.
El segundo video-film es una obra de creación colectiva creada por el Teatro de la Casa popular de la Mujer de Peñalolén, llamada Pasaje Nueva Vida, que trata sobre la cesantía, sus secuelas y cómo la comunidad especialmente las mujeres la enfrentan. Es la vida cotidiana de dos familias de este pasaje y sus vecinos que enfrentadas a la pérdida de la fuente laboral sufren sus consecuencias e intentan luchar ante esta situación de manera digna.
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Las historias que aparecen en este libro son como un baño de humanidad y ternura que nos lleva a reencontrarnos con nosotros mismos. Con momentos de nuestra niñez, con historias que hemos vivido o escuchado de labios de alguna tía o de nuestras mismas abuelas.
En ellas uno descubre al hombre y la mujer toda entera, que piensa, que siente, que ama, que guarda valores a veces tan olvidados en nuestra sociedad. También nos encontramos con la enorme fuerza que emerge de una comunidad al enfrentar sus problemas, al satisfacer sus necesidades. Y con la creatividad infinita con que supera los mil obstáculos que surgen en medio de condiciones tan adversas como las que le toca vivir.
Las historias que aquí aparecen nos introducen además, en el trabajo de campesinos que hoy día descubriendo sus valores, se lanzan en la defensa de su cultura. “Estamos tratando de recuperar tradiciones y cosas antiguas. Yo pienso que antes la gente se autoeducaba, en el sentido de ir desarrollando su creatividad, su capacidad crítica, de observación, porque con las adivinanzas, las payas, las logas se va desarrollando el intelecto de la gente” observa Carmen Muñoz Directora de la Escuela G – 1147 de Pullay.